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Ningún recuerdo es verdadero

Ningún recuerdo es verdadero

La memoria es un elemento constitutivo de la propia identidad. Un diálogo entre dos hermanas evidencia la fragilidad de los recuerdos. Cada vez que una contradice a la otra, pone en duda la veracidad de recuerdos que parecían fielmente atesorados. Con cada olvido va mutando algo. Al dudar del pasado, se desdibuja el presente. Virginia y Mecha mantienen una conversación telefónica aparentemente cotidiana. Mientras charlan sobre temas banales, van poniendo en duda los recuerdos de la otra. Todo aparenta normal hasta que, a medida que avanza la charla, las cosas comienzan a mutar. Los recuerdos comienzan a recrearse como escenas de fotos en movimiento en las que cambian los personajes, y se modifican los decorados. Cada vez que una contradice los dichos de su hermana, algo en la casa de la otra se modifica. En cada ida y vuelta entre presente y pasado, el entorno se transforma. Y los recuerdos también. De pronto el tiempo se detiene. La charla entre las hermanas retorna al punto de partida, pero ellas ya no son quienes eran. Con cada duda algo se desdibuja. O no.

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